Postigos en el centro de la ciudad,
en las sombras una calle solitaria,
humo de alcantarillas y cigarrillos
una tarde de invierno.
Mis manos intentan el beso,
persiguen tu forma.
Ese laberinto de miradas a ninguna parte,
azar de versos, espejos rotos.
Tus pupilas desvisten
los senos o los labios
mas acá de un sol rotundo
en un hotel meridiano.
Te pregunto dónde están los orgasmos
las palabras húmedas de los dedos
el bullicio obsceno de las calles.
Y respondes: «Aquí, en ninguna parte».
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