Allí va el desánimo:
La certeza, como cadera doliente, sede;
Ese toque vacío en el vientre
O estremecimiento como mar
que agita un barco.
Allí va, dirige al cuerpo
en una misma sombra;
Un pinchazo en la sangre
que adormece el tiempo en segundos
o hierro que no conoce el fuego.
Una contracción reprimida
Tras los ojos vacila; el lloro
rehúsa morir en la mejilla baja.
Allí está el desánimo.
Dientes que aman la carne y los labios;
Un rumor de cielo gris que no comprende
la intención de esta sombra postrera.
*Este poema hace parte de una colección de obras inéditas del autor y están registradas en la propiedad de derechos de autor según la ley vigente.