Han mudado los días;
el temor a lo incierto se desvaneció
en un sentimiento curioso.
Una necesidad de explorar y de explorarse
nace en la ebriedad del alma.
Un saludo se asoma en la boca,
tejer una tertulia con los hilos de la noche,
robarse una sonrisa
o un nombre para recordar.
Habitar lugares ajenos
es querer recorrer
nuestras calles y pasillos.
Nos esforzamos por diezmar lo incierto
y vamos, sin saberlo, caminando nuestros pasos perdidos,
intentando meter las horas de esta ciudad
en nuestro reloj de lunas:
figuras o formas en álbum de memorias.
Buscamos caras conocidas en las nubes
o soñar despiertos;
Preguntas a una pintura
sobre el retrato de un hombre o una mujer.
¿Seré yo la noche que se presta para la tertulia?
¿O las horas perdidas de un reloj color de nácar?
*Este poema hace parte de una colección de obras inéditas del autor y están registradas en la propiedad de derechos de autor según la ley vigente.
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